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Durante mucho tiempo, los estudios del lenguaje y la comunicación se han centrado principalmente en aspectos estructurales, dejando en segundo plano el contexto comunicativo y las personas implicadas. Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo xx, los trabajos de Labov (2006 [1964], 1973, 2001) subrayaron la importancia de los factores sociales en la variación lingüística. En los años 70 y 80, se produjo un cambio de perspectiva importante, como respuesta a los modelos formalistas (estructuralista y generativista). Este cambio de paradigma, conocido como giro pragmático, funcional o comunicativo, cuestionó los modelos formalistas y amplió la unidad de estudio más allá de la oración, abarcando el texto y el discurso (Leech 1983, Alcaraz Varó 1990, Marimón Llorca 2008). En este nuevo marco, se reconoció la necesidad de tomar en cuenta todos los aspectos que envuelven la situación de comunicación: el contexto (situacional, histórico, cultural, etc.), el cotexto, los interlocutores, etc. Este movimiento permitió concebir la lengua como un fenómeno social, dando lugar a modelos de estudio que se orientan hacia el uso real del lenguaje y sus usuarios, partiendo de unidades lingüísticas contextualizadas.

Paralelamente, literatura y sociedad, entrelazadas desde sus orígenes, comenzaron a ser teorizadas en conjunto en el siglo XX con voces como las de Hannah Arendt (1954), Claude Lévi-Strauss (1962), Edward Said (1978) o Judith Butler (1990). Además, en la actualidad, la irrupción de lo digital ha transformado profundamente la interacción entre literatura y sociedad. Las redes sociales, los blogs y otras plataformas digitales no solo han revolucionado la creación literaria, sino también la manera en que la sociedad accede y participa en la cultura escrita. En consonancia con esta evolución, el encuentro se propone explorar también el papel de las humanidades digitales en el estudio de lenguaje y la literatura.